Antonio León, peruano afincado en Galicia y nadador desde los seis años, se llevó una sorpresa el día que un entrenador alemán lo sacó del agua para trabajar “desde el tronco”. Le aseguró que mejoraría la brazada, la potencia y, en definitiva, que conseguiría mejores marcas para el equipo. Fue su primer contacto con el pilates, un método de acondicionamiento físico ideado por el alemán Joseph Hubertus Pilates que utiliza la respiración y la concentración para fortalecer la columna vertebral a través de ejercicios de bajo impacto. Como León, que ahora dirige su propia cadena de centros desde Santiago de Compostela, cientos de miles de personas sienten que a través del pilates han mejorado en fuerza, flexibilidad, resistencia y estabilidad.

La afición por el pilates no es nueva. Hasta Madonna hablaba de ella en su American Life hace más de 20 años. Lejos de ser una moda, se ha convertido en el negocio central para muchos fisioterapeutas, gimnasios, fabricantes de material deportivo o monitores de fitness. Y desde la pandemia ha experimentado un crecimiento notable. “Los hombres, por ejemplo, cada vez se acercan más al pilates”, observa Eduardo Correa, profesor de OBS Business School y director de un reciente estudio titulado La cultura Wellness. Cifra que cada año la demanda crece por encima de los dos dígitos: “El pilates es una derivada perfecta y complementaria de los centros deportivos”.

La clave de su éxito es que las clases para mejorar el suelo pélvico atraen tanto a deportistas como a personas sedentarias o que pasan largas jornadas delante de un ordenador. Y el efecto se nota claramente con el paso del tiempo, lo que fideliza aún más a sus seguidores. Pero hay pocos análisis que detallen su peso en la economía. La mayoría de los informes sobre deporte y bienestar suman el pilates a otras prácticas, como el yoga o el crossfit. La empresa de estudios de mercado india Future Data Stats cifra el negocio global en 176.000 millones de dólares (149.000 millones de euros) y le augura, en línea con lo mencionado por Correa, un crecimiento medio del 11,5% anual hasta 2032.

Este año se han sucedido las operaciones corporativas entre pequeñas cadenas de centros en Europa, pero ninguna tiene una dimensión económica realmente relevante. En España hay registradas más de 600 empresas que llevan el pilates en su nombre, la mayoría son pequeños estudios de barrio con pocos trabajadores; academias de fitness, clínicas o entrenadores personales, pero, además, muchos gimnasios imparten clases animados por su creciente popularidad. También hay un puñado de fabricantes de equipamiento (el pilates usa, entre otros, el reformer, la torre, el cadillac, la silla, el barril y otros accesorios), aunque las empresas más importantes y conocidas están en Estados Unidos (como Balance Body o Gratz), con precios que parten de los 4.500 dólares (3.800 euros) por un reformer básico a los más de 11.000 por máquina.

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